Era el
comienzo de un cambio. Alguien alzó la voz y los ciudadanos se unieron con una
causa común: hacerse escuchar por la clase política y financiera. Esos
indeseables con poca credibilidad que hacen oídos sordos a todas nuestras
propuestas. Sonaba muy bien la
idea, jóvenes y no tan jóvenes, cientos,
miles, millones de personas que abarrotaban las plazas de todo el país, incluso
fuera de él, todo para luchar por los sueños, por un futuro mejor. Una causa
que cuando nació no sabía de colores, el rojo y el azul eran indiferentes,
independientes al problema común.
Yo también me sentía indignada. Indignada por
ser utilizada como cabeza de turco por unos personajes que sólo saben mirarse
el ombligo. Indignada por la corrupción y las mentiras de los que sólo atienden a sus intereses. Indignada por un
sistema multipartidista tan real como Alicia en el País de las Maravillas.
Pero el
arcoíris desapareció. Todo empezó a verse en negro. Lo que empezó con buen pie,
la llama que llenó de esperanzas a toda la población, pronto se apagó y se
convirtió en cenizas. Eso se llenó de aprovechados. “Perroflautas” viviendo en las plazas de grandes y
pequeñas ciudades que convirtieron el 15M en un movimiento idealizado, en busca
de un mundo utópico imposible de encontrar. “Sin techo” que vieron su oportunidad
en los campamentos levantados para poder alimentarse, antiabortistas
provocadores que querían hacerse oír en mitad de una multitud a contracorriente
o políticos aprovechados de los que prefiero no hablar que apoyaban la causa
por ver su nombre escrito en una triste papeleta.
¿Qué ha sido
de esa causa común? Ahora cada uno encuentra la suya. La causa sigue ahí pero
se ha perdido debajo de una gran masa de lodo y hay que desenterrarla. No voy a
preguntar quién lo va a hacer y menos cuántos ayudarán a hacerlo. Prefiero no
saberlo si puedo contarlos con los dedos de una mano. Yo sigo indignada.
Indignada por el egoísmo de muchos y la voluntad de pocos. Indignada por el
poco esfuerzo. Indignada por la indiferencia.
Indignada por vivir en el país del “pinta y colorea”.